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Los colores del vino

¿Eres más de vinos blancos, prefieres los tintos o has abrazado la tendencia de los vinos rosados? El del color del vino es un mundo que va mucho más allá de los 3 tipos en los que se dividen los vinos porque dentro de estos tres grandes grupos hay una enorme gama de tonalidades. Desde el amarillo verdoso o limón de los blancos jóvenes al color teja de los tintos añejos, el abanico es casi tan amplio como la paleta de un pintor y todos los colores tienen un origen y nos aportan una enorme información.

¿Sabes de dónde toma el color el vino? ¿Y que es posible elaborar un vino blanco con uvas tintas? ¿O que la diferencia entre un vino tinto y uno rosado es una cuestión de tiempo? ¿Y por qué lo que nosotros llamamos vino tinto, en inglés se conoce como red wine? Quédate a descubrirlo y como extra te contaremos cómo averiguar ante qué tipo de vino estás con sólo verlo en la copa.

Blanco, tinto o rosado. ¿De dónde viene el color?

Como decíamos al principio, los vinos se diferencian en 3 tipos según su color. El vino tinto sólo puede elaborarse con uvas tintas, pero el color de un vino se define durante las primeras etapas de su elaboración, casi casi cuando entra en la bodega.

En las bodegas de la D.O. Rías Baixas, lo habitual es que la primera fase de la elaboración del vino blanco sea el despalillado, en el que las uvas se desprenden del raspón o la estructura leñosa que da forma al racimo. A continuación, en su mayor parte, las bodegas proceden al prensado o estrujado de la uva, para obtener el mosto limpio de hollejos (pieles) y pepitas.
Algunas bodegas, en busca de vinos más complejos, varían esta fase para realizar una maceración en frío antes del prensado. Este proceso puede realizarse antes de un prensado o estrujado tradicional, o mediante el sangrado de la uva; que consiste en macerar las uvas con sus pieles y pepitas durante unas horas antes de realizar un prensado natural, por decantación para obtener lo que se denomina el mosto flor.

Un proceso muy de piel

Esta maceración, poco habitual en los vinos blancos, es una fase crucial al elaborar vino tinto y rosado. Y es que el color del vino no procede de la pulpa de la fruta, porque salvo en el caso de la variedad de uva Tintorera, la pulpa de las uvas es incolora. El vino toma el color de la piel. Por eso, la diferencia entre un vino rosado y uno tinto está en el tiempo que dura esa maceración; de unas horas en el caso de los rosados, y de varios días en el de los tintos.

¿Entiendes ahora por qué es posible obtener un vino blanco de uvas tintas? Para ello es necesario elaborarlo como un blanco, sin maceración, aunque el proceso es complejo y minoritario en el mundo del vino. A este tipo de blancos se les denomina Blanc de Noirs.

De piel… ¡Y de compuestos fenólicos!

El color está en la piel, pero en concreto las responsables de otorgar el color al vino son sustancias antioxidantes que son los compuestos fenólicos, distintas en cada tipo de vino y que se generan durante el envero. En el caso del vino tinto, el color de la piel tiene su origen en los antocianos. Mientras, los flavonoles son los que confieren color amarillo a la piel de las uvas blancas y, en parte, a los vinos blancos, como el Rías Baixas Albariño.

Así que, si quieres presumir de experto winelover, deja de decir que eres de tinto o de blanco, y di que te gustan más los antocianos o los flavonoles. 😉

Tonalidades del vino

Dentro de cada grupo de lo vinos blancos, tintos y rosados, existen diferentes tonalidades que reflejan los procesos por los que ha pasado el vino, entre ellos, la crianza. Si alguna vez has participado en una cata, te sonarán algunos de ellos.

Los vinos blancos: En los vinos blancos, puedes encontrar tonalidades como el amarillo limón o verde-amarillo en los vinos más jóvenes, el amarillo pajizo asociado al Rías Baixas Albariño, el dorado típico de vinos como el Chardonnay o algunos Rías Baixas blancos con crianza y el amarillo dorado o pajizo con reflejos dorados, al que tienden los blancos de Rías Baixas envejecidos en barrica.

¿Cómo son los vinos Rías Baixas? Como habrás reparado, presentan diferentes tonalidades de amarillo, en función de la elaboración y de las variedades de uva que contengan. El Rías Baixas Albariño es amarillo pajizo, con reflejos dorados o verdes, como indica nuestra Ficha de Cata.

Los vinos tintos: Los vinos tintos jóvenes son por lo general de una tonalidad púrpura, que va evolucionando con el paso del tiempo al resto de tonalidades; rubí, rojo, granate y teja, tonalidad próxima a la de un tinto añejo.

Los vinos rosados. En el caso de los vinos rosados, como en los tintos, la tonalidad nos da información sobre el paso del tiempo. Los más jóvenes son rosados y evolucionan a rosado-naranja y naranja.

¿Y esto por qué ocurre?

Qué procesos modifican el color del vino

Como hablábamos antes el color de los vinos procede de los antocianos en el caso de los tintos y en los flavonoides en los blancos. Estos dos antioxidantes naturales marcan el color inicial, pero las reacciones químicas que se producen durante la fermentación y la crianza también influyen, en ocasiones para modificar la presencia de estos, y en otras, porque hay otras sustancias aportan más color.

En el vino blanco, la oxidación enzimática o química de los compuestos fenólicos no flavonoides hace que estas sustancias, sin capacidad inicial para aportar color, provoquen el llamado pardeamiento de un vino blanco aportando tonalidades amarillo-marrón a medida que envejece. Este fenómeno es claro en el caso de los blancos añejos.

En el caso de los vinos tintos, su color rojo-violáceo cuando es joven depende de la composición de antocianos que tenga. A medida que la crianza avanza, los llamados fenómenos de copigmentación desencadenan reacciones químicas que van reduciendo la presencia de antocianos y a la vez generan nuevos pigmentos.

Además de estos procesos, en los matices de color de cada vino influyen además el tipo de uva, el grado de insolación de cada cosecha, las diferencias de temperatura entre el día y la noche o el índice de lluvias.

¿Vino tinto o vino rojo?

¿Alguna vez te has preguntado por qué llamamos tinto a lo que lo que en inglés se denomina vino rojo o red wine; en francés, vin rouge; en italiano vino nero o vino rosso? El origen en nuestro caso no tiene nada que ver con el idioma sino con la tradición, ya que si hablamos exclusivamente del color red wine o vin rouge es mucho más preciso.

Tinto viene del término latino tinctus, que significa teñido y podría hacer referencia a esa capacidad de teñir que describimos en los antocianos, pero existen referencias históricas de que en el siglo XVII era habitual añadir vino tinto al blanco, tiñéndolo y dando lugar a algo similar a lo que hoy conocemos como clarete y que además de causar sensación en esa época, era una forma de economizar, dado que elaborar vino tinto era más caro.

Seguro que a partir de ahora, mirarás con otros ojos tu copa de vino. 😊