NOSOTROS

Vino sobre lienzo: el vino a través de cuadros icónicos de la Historia del Arte y los siglos

En ocasiones en los detalles, en ocasiones en primer plano. El valor de los mejores cuadros puede encontrarse en las pinceladas menos esperadas. A lo largo de los siglos, los infinitos trazos de la Historia del Arte han cambiado sus temas e intereses, aunque algunos se mantienen y perviven en constante transformación. Uno de los personajes que puede pasar desapercibido es el vino, aunque forma parte de algunas obras de belleza e importancia totales. Sírvete una copa de vino D.O. Rías Baixas y déjate sorprender por esta selección. 

La última cena, de Leonardo da Vinci

Si existe un cuadro que ha generado teorías y literatura a su alrededor ese es ‘La última cena’ de Leonardo da Vinci, un retrato universal de un momento clave del cristianismo y de la Biblia. La representación del maestro del Renacimiento se encuentra actualmente en una iglesia de Milán, pero sus reproducciones han atravesado los siglos hasta convertirse en llaveros de souvenirs o interpretaciones modernas más abstractas. 

El vino de la mesa en ‘La última cena’ puede verse en las copas de los apóstoles y Jesucristo. Esta imagen precede a lo que posteriormente se convirtió en el rito de la comunión por el cual la sangre de Cristo se representa con el vino tinto. 

Baco, de Caravaggio

No podría faltar en esta lista la representación absoluta del vino, el inconfundible dios ‘Baco’ de Caravaggio, maestro de luces y sombras. Esta representación de la deidad griega tan juvenil y aniñada, ofreciendo una copa de vino al espectador se conserva en la Galería de los Uffizi, en Florencia. 

El vino forma parte del ‘Baco’ de Caravaggio de diversas maneras. En primer lugar, la evidente copa llena de tinto, pero el cuadro se completa con múltiples elementos como la botella medio llena, la cara colorada del joven dios, las uvas entre la fruta o la corona de hojas de vid. 

El almuerzo, de Diego Velázquez

Aunque en el presente el vino se haya asimilado como parte de comidas y cenas, o momentos de celebración, en otros momentos históricos su consumo fue otro. Prueba de ello es la obra ‘El almuerzo’ de Diego Velázquez, uno de sus primeros cuadros cuando todavía vivía en Sevilla. Esta imagen ha estado en debate por su autoría durante siglos hasta el punto en que se duda si se trata de una pieza original o una reproducción. 

En ‘El almuerzo’, Velázquez plasma una escena de bodegón en el que un joven y un anciano observan atentos cómo llenan una copa de vino tinto para dar comienzo a un pequeño aperitivo. La representación de las costumbres de la época sirve para conocer los hábitos de otro tiempo y, en este caso, de una clase social media con copas de cristal y saleros de metal. 

Bodegón con flores, de Clara Peeters

Una de las ramas de pintura más comunes y variadas de la Historia del Arte son los bodegones, retratos de elementos cotidianos y alimentos en disposición de belleza. Estos cuadros, también denominados de naturaleza muerta, han sido utilizados por las mujeres pintoras para ganarse un espacio. Es el caso de Clara Peeters y su ‘Bodegón con flores, copa de plata dorada, almendras, frutos secos, dulces, panecillos, vino y jarra de peltre’, un icono de la pintura holandesa. 

En el bodegón de Peeters, el vino tinto adquiere un papel de equilibrio en la imagen y acompaña a otros alimentos, como almendras, frutos secos, dulces y panecillos.  

Vendimiando Jerez, de Joaquín Sorolla

Joaquín Sorolla fue uno de los pintores más innovadores del arte español y todo ocurrió gracias a dos elementos: la luz y la técnica rápida de pincel. Aunque el vino acostumbre a verse representado en copa, este es el punto final de un proceso del que forma parte la vendimia, entre otros momentos. El cuadro ‘Vendimiando Jerez’ fue realizado por encargo para cumplir con un paquete de 14 obras que recogiesen costumbres y oficios de España. 

Sorolla captó un momento de trabajo que deja testimonio del papel femenino, por ejemplo, en la recolección de la uva o del estilo de vestimenta con el que debía realizarse la vendimia. Las mujeres se representan sonrientes y morenas cargadas con cestos, mientras que la uva se intuye en el verde paisaje. 

El almuerzo de remeros, de Pierre-Auguste Renoir

Al igual que hoy en día capturamos una foto cuando disfrutamos de una copa de vino D.O. Rías Baixas, en siglos pasados esto debía realizarse de otra manera. Una de las más comunes fue la pintura, especialmente si se trata de la corriente impresionista. Gracias al trazo rápido y el gusto por lo presencial, este grupo de pintores franceses cambiaron la Historia del Arte. Entre ellos, Pierre-Auguste Renoir se convirtió en el retratista de la celebración, la diversión y las costumbres humanas. 

En ‘El almuerzo de los remeros’ se captura un instante de reunión y jolgorio entre los clientes habituales del restaurante Maison Fournaise. La luz es una protagonista más e ilumina las botellas y copas, donde se muestra el rastro de vino. En este caso, el vino representado es tinto y también espumoso, lo que da cuenta del estilo de vida del momento. 

Los jugadores de cartas, de Paul Cezanne

Antes de la existencia del cubismo, el postimpresionismo supuso la primera ruptura con la representación fidedigna de la realidad o el mito y, a su vez, se convirtió en el puente con las vanguardias y la modernidad. Paul Cezanne, en concreto, cambió la concepción de la perspectiva con obras como ‘Los jugadores de cartas’, en la que el vino es un elemento fundamental. La botella sirve como punto medio y separación de los personajes, otorgando equilibrio entre ambos hombres. 

La versión más famosa de esta imagen es la quinta, en la que el vino sustituye a un tercer caballero, y es una de las formas más naturales, menos forzadas, de la representación. La perspectiva en la que se disponen los elementos otorga al vino un protagonismo indudable. 

La botella de vino, de Pablo Picasso

Finalmente, el vino no desapareció en la representación más moderna y abstracta de la realidad. En el movimiento vanguardista las reuniones se amenizaban frecuentemente con copas de champán, absenta y, por supuesto, vino. No es de extrañar que este último fuese musa de artistas fundamentales como Pablo Picasso. 

El maestro del cubismo captó y reinventó la esencia de los bodegones con obras como ‘La botella de vino’. Los objetos se descomponen en puntos de vista, aunque la esencia pervive a través de las nuevas formas. Y tú, ¿te imaginas una copa de vino D.O. Rías Baixas al estilo cubista?