La vid, como muchos amantes del vino ya saben, es una planta trepadora con tronco retorcido que parece dormir durante el invierno y que comienza a despertarse cuando huele a primavera.
Lo que pocos saben, en cambio, es que estos periodos de letargo y de nacimiento o despertar forman parte de un ciclo vegetativo que se repite de manera anual durante toda la vida útil de la planta. Los viticultores se refieren a esta sucesión de fases como al «ciclo de la vid» o el “ciclo natural de la vid”.
En este post, te contamos un poco más sobre cómo se desarrolla este proceso en cada una de las etapas que componen este ciclo. ¡Vamos allá!
El periodo de crecimiento de la vid se inicia en el mes de marzo y culmina con la vendimia en Septiembre. Al nacimiento de estas yemas le siguen las fases de foliación, de floración y, posteriormente, la fructificación. Cada una de estas fases tienen sus propias particularidades y condiciona en gran medida la calidad posterior de nuestros vinos. ¿Quieres saber más acerca de cada una de ellas?
Brotación
Como te decíamos, el ciclo natural de la vid tiene su comienzo con el nacimiento en marzo de los primeros brotes verdes en nuestros viñedos. Durante la brotación, se produce uno de los fenómenos más singulares, el lloro o llanto de la vid. Este llanto no es más que el remonte de la savia por los sarmientos, la corroboración de que la vid vuelve a la vida y está preparada para brotar y florecer de nuevo.
Cuando la savia alcanza los bordes de las ramas, la vid expulsa constantes gotas de un líquido de apariencia similar al agua, es decir, llora. Este proceso aporta múltiples beneficios a los viñedos. Además de indicar que la vid está preparada para pasar a la siguiente fase del ciclo, permite la cicatrización de las heridas que la poda pueda provocar en la vid.
Foliación
Una vez con terminada la fase de brotación, las primeras hojas de la vid surgen entre los meses de abril y mayo. Estas hojas, a partir de la fotosíntesis, comienzan a acumular moléculas de azúcares y de ácidos que influirán en el sabor de la uva.
En la época de foliación, nuestros viticultores realizan la espergura, que consiste en eliminar el exceso de brotes para que los que permanecen en los pulgares de la poda se desarrollen con todas las garantías.
Floración
Los viñedos de la D.O. Rías Baixas suelen iniciar su fase de floración entre finales de mayo y principios de junio. Esta es una de las fases más importantes del ciclo de la vid, pues de su correcto desarrollo depende la posterior fecundación y fructificación de nuestros viñedos.
Las flores de la vid son blancas y pequeñas, con una longitud de entre 2 y 3 milímetros.
En junio, cuando la temperatura sube, la flor se abre para su fecundación. Durante la floración de la vid, el clima juega un papel fundamental. Demasiada lluvia podría interrumpir la evolución de la planta, que necesita más que nunca un ambiente cálido y la luz del sol.
Fecundación y fructificación
A finales de junio o a principios de julio, las flores empiezan a dar pequeños frutos muy verdes, bien repletos de clorofila. Cuando la vid está cargada de más, nuestros viticultores realizan una “poda en verde” y se eliminan algunos racimos jóvenes.
En esta fase del ciclo de la vid, los efectos de una lluvia excesivamente intensa serían devastadores, ya que podrían estropear toda una cosecha.
La fase de fructificación (también conocida como cuajado) se completa en aproximadamente dos semanas. Muchos viticultores defienden que a partir del día de San Juan (24 de junio), el fruto de la vid comienza ya a madurar. Estas son las etapas que experimenta la vid hasta la óptima maduración de su uva:
Envero
En la temporada de envero (en pleno verano), la uva madura y cambia de color. Las uvas blancas pasan del color verde al amarillo y las uvas tintas cambian el verde por un tono rosado que se irá oscureciendo.
En el mes de agosto puede realizarse una poda de aclareo en la que se eliminan algunos racimos que no siguen el ritmo de maduración de la mayoría.
Maduración y vendimia
En agosto, la uva sigue madurando y adquiere un sabor mucho más dulce. Entre septiembre y octubre, los enólogos catan la uva para comprobar su contenido en ácidos y azúcares y, cuando el balance es el deseado, se inicia la vendimia, una tarea que se ha convertido en todo un hito en las Rías Baixas y que culmina el ciclo de la vid.
Después de vendimiar, los viñedos comienzan un nuevo periodo de letargo que se prolonga hasta el mes de marzo, cuando todo vuelve a comenzar con la aparición de los primeros brotes. Entremedias, nuestras vides están en reposo, pero nunca olvidadas.
Los viticultores aprovechan los meses de enero y febrero para podarlas y limpiar sus sarmientos: estos cuidados previos a la germinación son fundamentales para que el fruto que venga sea de una calidad excepcional.