Sin duda alguna la vendimia es la etapa más conocida del ciclo de la vid y también la más esperada. Después de un año de duro trabajo, todas las bodegas y viticultores están esperando a recoger sus frutos que comenzarán un nuevo proceso: el de la elaboración de los diferentes vinos. Pero… ¿Qué ocurre con el viñedo una vez terminada la vendimia? ¿Hay que realizar nuevas labores en él? ¿Cómo se prepara para que vuelva a producir uva de nuevo? Si alguna vez te has planteado esta cuestión, quédate a leer este post. ¡Daremos respuesta a esta cuestión y a otras relacionadas!
Cuando la vendimia finaliza, la vid entra en un periodo de parada vegetativa, es decir, un largo periodo de latencia o letargo que se prolonga, habitualmente, desde noviembre hasta febrero-marzo.
Esta época se caracteriza por la caída de las hojas de los viñedos. Poco a poco, los paisajes de la D.O. Rías Baixas comienzan a quedarse sin hojas que cubran sus viñedos. Aparentemente, las vides no cuentan con ningún tipo de actividad vegetativa. Asimismo, las yemas, que portan sarmientos brotados del año anterior, entran en fase de dormancia.
¿Sabes lo que es la dormancia? Es el periodo del ciclo biológico de la vid en el que el crecimiento y desarrollo de la planta se detienen temporalmente. Gracias a este proceso, la vid reduce al máximo su actividad, conservando las energías necesarias para sobrevivir al invierno, esperando a la llegada de la primavera para continuar con el ciclo vegetativo de la vid.
Es muy habitual que las temperaturas en muchas ocasiones sean inferiores a los 10ºC en esta época y los viñedos deben prepararse para pasar los meses de invierno. La estampa más habitual de los meses invernales es la de viñedos con troncos desnudos en los que todavía no se pueden observar brotes, y es que el crecimiento vegetativo de la vid parece no haberse iniciado.
Por ello, la tarea más importante realizada durante los meses más fríos del año en el viñedo es la poda de la vid en invierno. Esta poda se realiza con el fin de limpiar los sarmientos antes de que se inicie el ciclo de la vid de nuevo. Cada vid es única y diferente, por lo que cada una necesitará unos cuidados diferentes. No todas habrán de podarse de la misma manera ni en la misma cantidad. Así se prepara a la planta para que esté lista y sana para la producción de nuevos racimos de uva.
De esta manera, la vid es capaz de sobrevivir a las bajas temperaturas del invierno. La poda de invierno se realizará de manera regular y, gracias a ellas, se garantizará la calidad de los frutos y el crecimiento de la vid cuando la primavera llegue a los viñedos de la D.O. Rías Baixas.
Es importante no realizar la poda de invierno en la vid hasta que las bajas temperaturas hayan llegado. ¿Por qué? Porque tras la poda es más fácil que se produzcan infecciones de la planta hasta que esta cicatrice. Sin embargo, gracias a las bajas temperaturas, el riesgo de que patógenos ataquen a la planta son muy bajos, evitando el desarrollo de los mismos y su propagación por todo el viñedo.
Básicamente, la poda de invierno consiste en cortar los pámpanos de las vides. Gracias a esta labor, conseguimos que las vides tengan unas yemas fértiles y productivas a través de las cuales surgirán nuevos brotes que, meses más tarde, producirán nuevos racimos de uvas.
Esta poda se realiza de diferente forma en función de si el viticultor está tratando una planta joven o una adulta:
Aunque visualmente se trata de una de las etapas menos atractivas del ciclo de la vid, no hay duda alguna de que es una de las más importantes y de las cuales dependerá la nueva vendimia.
La poda de invierno no debe confundirse con la poda en verde, aquella que consiste en eliminar aquellos brotes o tallos que sabemos que no tendrán uvas. Esta poda, que se realiza en primavera, entre abril y mayo, tiene por objetivo conseguir uvas de una máxima calidad y minimizar el riesgo de aparición de plagas. Esta poda es complementaria a la de invierno, nunca sustitutiva.
La realización de la poda en invierno es típica de la viticultura tradicional, la que realizaban nuestros antepasados. Esta poda es sinónimo de tradición, pero también de respeto a nuestros viñedos y a nuestro terruño, ya que no alteramos los flujos de savia de las vides, permitiendo que el crecimiento y dirección del flujo de la savia en el interior de la planta se mantenga inalterado.
Con estas labores volvemos a nuestros orígenes, a esas tareas mucho más sostenibles con el medio ambiente, que escapan de algunas tecnologías más dañinas para los viñedos. De hecho, es habitual que en muchos de los viñedos de la D.O. Rías Baixas observes todavía vides atadas con mimbre, una práctica casi milenaria. De esta manera, cuidamos y protegemos nuestra tierra, alargando la vida de nuestros viñedos y conservando la herencia de nuestros antepasados.
Una vez finalizada esta etapa, llegará el lloro de la vid en marzo, con la primavera y el aumento de las temperaturas. Gracias a este cambio, la vid despertará de su largo letargo con este lloro, en el que podemos ver como la savia brota del interior de la planta a través de los cortes realizados en la poda.
¿Conocías todos los detalles de esta fase del ciclo de la vid? Puedes descubrir todo sobre otras fases consultando el Blog de la Denominación de Origen Rías Baixas. ¡Te convertirás en un experto en el mundo del vino!