El maridaje consiste en complementar adecuadamente el vino y la comida. Esta integración se debe buscar a través de los sabores y también mediante las texturas.
Maridaje viene de la palabra «maridar» que significa «unirse» o «casarse». En materia gastronómica, podríamos decir que es el término acuñado de un tiempo a esta parte para definir la elección del vino más adecuado para armonizar o «casar» con un platillo o comida. Podemos hacer la analogía con una pareja que para que su relación sea fructífera, tiene que tener empatía entre sus cualidades mutuas, ser el complemento una de la otra de modo que las características de cada uno se exalten y por el contrario, no se pierdan, sin embargo, bien es sabido que los «polos opuestos se atraen» y es una regla también aplicable a los vinos y platos, ya que no es cuestión pues, de puras afinidades, sino de encontrar la que por armonía o contraste se perfile como la fórmula más adecuada para transmitir la plenitud del vino en el ámbito gastronómico.
El mundo de la gastronomía encierra un sinfín de matices, de percepciones, de aromas y de gustos, tantos, que es difícil hablar con exactitud del maridaje, de la unión íntima y armónica entre dos elementos. Pero más allá de esta definición enciclopédica, se esconde el verdadero sentido del placer de la degustación gastronómica. La combinación perfecta que permita saborear y disfrutar con los cinco sentidos tanto la bebida como la comida.
Raymond Dumay , un experto francés que amaba la buena mesa y el buen vino, escribió hace muchos años. «El acuerdo entre vinos y platos abre la puerta al riesgo, a la aventura. Todo se puede hacer y sin embargo no se puede hacer cualquier cosa. Estamos en dominio tenebroso del amor y hay que saber hasta cuan lejos podemos llegar «.
Uno de los mejores modos de acompañar ricos platos autóctonos de un mismo país o región es tomar el vino de idéntica procedencia, incluso podríamos afirmar que la cocina y el vino regionales, evolucionan indiscutiblemente hacia su propia compenetración.
Otro de los aspectos que debemos tener en cuenta son los cuatro elementos fundamentales: acidez, dulzor, amargor, amargo y salado. El vino tiene estos cuatro elementos, que afectan su relación con la comida y que al degustar una comida se tienen en cuenta igualmente. Teniendo en cuenta estas premisas básicas hay tres reglas básicas en el maridaje entre un vino y una comida:
Sin embargo, lo más importante es recordar o saber que no hay una respuesta definitiva. El maridaje del vino y la comida es un arte y por lo tanto es algo muy subjetivo. Es más bien algo de gusto y dice el dicho: «para los gustos los colores». Post elaborado a partir de las informaciones facilitadas por el sumiller Nacho Costoya.