Una vez que finaliza la vendimia, los viñedos avanzan hacia la parada vegetativa. Como los árboles de hoja caduca, las hojas de la vid mudan del verde del verano al amarillo del otoño hasta secarse y caer. Hoy en día este proceso puede terminar incluso ya cerca del invierno, especialmente cuando los otoños son soleados, como ha ocurrido este año, pero como todo en la naturaleza, es progresivo.
Cuando las vides se quedan desnudas de hojas nos indican que las cepas han empezado la fase de reposo. La actividad dentro de la planta se detiene hasta la primavera siguiente. Precisamente por eso, muchas personas creen que en esta época, los viñedos no necesitan cuidados, pero en realidad, es todo lo contrario.
Si eres habitual de nuestro Blog, ya sabrás que en el maravilloso mundo del vino no hay descanso. Así es que aunque en otoño la actividad se concentra en las bodegas y en la vinificación, la vid requiere sus cuidados y de ellos dependerá en buena medida el resultado de la temporada siguiente.
La elaboración de los vinos Rías Baixas sigue unos exigentes estándares de calidad. Por eso y como recoge la regulación, los tratamientos fitosanitarios que se aplican en la vid para combatir enfermedades y plagas durante la fase vegetativa están prohibidos durante el último mes antes de la vendimia. Así se asegura que la uva no contiene restos que alteren o comprometan el sabor, el color y la calidad del vino.
Especialmente en veranos o septiembres lluviosos es frecuente que la vid sea atacada por hongos, como el mildiu o la botrytis, un hongo que pudre las hojas, seca las uvas y que en ocasiones obliga a agilizar la vendimia para evitar su extensión. Por eso, una vez finalizada la vendimia, los viticultores preparan sus viñedos de cara a aplicar los tratamientos paralizados a un mes de la vendimia y necesarios para eliminar las esporas de estos hongos de la planta y del suelo de las parcelas recién vendimiadas. El objetivo es preparar el terreno para que en la primavera siguiente haya la menor actividad fúngica posible.
Estos procesos se hacen en paralelo a que la vid va perdiendo sus hojas y avanza hacia la parada vegetativa, que marcará la siguiente fase; la poda. La poda es una operación muy delicada que en la mayor parte de los viñedos se realiza poco a poco, pero siempre a partir de la llegada del frío. La fecha y la elección de qué cepas podar en cada momento depende de muchos factores. La edad de las cepas es importante; en las más jóvenes, la poda busca dar forma a la planta, conducirla dentro del sistema de emparrado o espaldera. En las cepas más viejas, la poda busca una adecuada distribución de las yemas que den lugar a futuros sarmientos y racimos en la primavera siguiente.
La fecha de la poda también depende de la estrategia que siga el viticultor para forzar una brotación más o menos tardía, en función también de las variaciones metereológicas, En todo caso, siempre debe hacerse con un tiempo bien frío y seco para evitar la proliferación de enfermedades en la vid. En las Rías Baixas esta operación suele intensificarse a partir de enero, pero todo depende del tiempo que reine en cada subzona de las 5 que componen nuestra D.O. Rías Baixas y de cada parcela y cepa.
Pero antes de que llegue la fase de la poda, existen otros trabajos que van a tener su importancia durante ésta y sobre todo, después. Entre ellos está la preparación de abonos orgánicos con los restos de la vendimia, por ejemplo. Un claro ejemplo de la viticultura sostenible que se practica en la D.O. Rías Baixas es el empleo del raspón como abono. Para ello, los restos de uvas desechadas en la selección de racimos en la bodega y el raspón (los restos leñosos de los racimos) se acumulan y se secan. Con el raspón ya seco, los viticultores elaboran un compost con el que luego abonarán la tierra.
El abonado puede alternarse con la poda, pero es fundamental al final del invierno, antes de la brotación para que las cepas tengan nutrientes con los que alimentarse en el inicio de la fase vegetativa y puedan crecer en la nueva temporada.
En la fertilización de los suelos también se utilizan los restos de la vid que se retiran en la poda, siempre y cuando provengan de una cepa que no esté afectada por algún hongo o enfermedad que pueda comprometer el futuro de otras. Como ves, es un ciclo que nunca se detiene.