No podría cifrar exactamente la cantidad de vinos de Rías Baixas que cato en cada añada pero que son muchísimos, sin duda, sólo con Gallaecia supera bastante la centena y a esto debo sumar mi trabajo y que catamos tres días a la semana en Vitislucus con nuestro grupo de expertos en análisis sensorial. Esto me ha permitido a lo largo de los años ver como evolucionamos tanto los vinos, protagonistas principales, como bodegueros, consumidores y los que los presentamos a sociedad. Atrás quedan los tiempos en que queríamos formar parte del mapa nacional y hoy por hoy estamos en situación de utilizar la expresión “nos hemos salido del mapa”.
Los RiasBaixas conservan su carácter pero potencian determinados valores, algunos se muestran más misteriosos pero en general podríamos decir se presentan más afables, encontramos entremezclados albariños más modernos y otros que nos evocan los antiguos albariños pero que globalmente podríamos definir como elegantes.
La gama aromática mantiene las características que definen y hacen tan personales los vinos de RiasBaixas. Las notas terpénicas y más densas que marcaban la personalidad de la añada anterior se han mostrado más intensamente frutales en su juventud, un carácter intensamente afrutado que se ha visto compensado con una buena acidez de manera que han resultado frescos y sabrosos. Han ampliado a matices frutosos complejos y pinceladas herbáceas cuando evolucionan.
Tendencia a vinos que en boca dejan al descubierto notas de fruta más madura y complejos, de carácter glicérico, untuosos, sin dejar de mostrarse frescos y vivos. Vinos que hacen presagiar un buen futuro. En definitiva vinos elegantes, complejos, glicéricos, de postgusto persistente capaces de mostrar paisajes variados y el carácter de los varietales.
Para proponer mis armonías podría dar una sinfonía de marcas pero en este momento no lo veo prudente, lo haría si no representase a un colectivo. No tendré inconveniente cuando lo haga a nivel personal. Lo que si haré será proponer tipologías de vinos acordes para algunos de mis platos favoritos que he elegido del Restaurante Paprica en Lugo:
– Abriría boca con unas avellanas y nueces empalizadas con curry, con una copa de semiseco albariño.
– Aceitunas del Xurés aderezadas con anchoas con un espumoso de albariño Brut o extrabrut.
– Sushi con un albariño fresco, juvenil, dinámico y juguetón en boca.
– Huevo de corral con senderuelas para un Rías Baixas más montañoso, un Condado Tea
– Para una terrina de foie y pan de frutas un albariño vendimia tardía y algo de botritis.
– Un tartar de atún y airbag de mayonesa de mostaza lo acompañaría de un albariño a la antigua usanza, cepas viejas, las lias porque si y a la maloláctica no se le espera.
– Una merluza del pincho curada en sal y aceite , aceituna negra , chutney de mango y ensalada, para un rosal con trazas de caíño.
– Lomo de ternera y crema suave de rabanitos y pasas para un albariño de esos viejos que esperaban apereciese alguien con paciencia para entenderlo y disfrutarlo, como un 2002 fermentado en barrica que abrí hace un par de días, ¡¡¡que lujo!!
– Para esos momentos de mariposas en el estómago, despedidas, reencuentros,…..o de relax en los que decimos ¡¡¡por fin se han ido las visitas!!!!,que menos que un espumoso de albariño con una larga crianza con sus lías. En este caso y pensando en este lluvioso invierno bastaría para acompañar al vino un buen sofá, mantita, etc.
Mercedes González, presidenta de la Asociación Galega de Sumilleres Gallaecia