El roscón de Reyes es un dulce típico de la época navideña y de presencia ineludible en las mesas de los hogares españoles. Su llamativa decoración recuerda a una corona de adviento y sus colores rinden homenaje a las capas y ropajes de Melchor, Gaspar y Baltasar. Sin embargo, su origen queda lejos de la Navidad como la entendemos hoy en día. El vino es uno de los elementos ligados históricamente al roscón de Reyes. ¿Quieres saber por qué? ¡Continúa leyendo y entenderás por qué los vinos maridan tan bien con este maravilloso postre.
El roscón de Reyes ha estado ligado de manera indisoluble al vino, desde sus orígenes en la Antigua Roma, pasando por los banquetes de Versalles y hasta las actuales cenas de Navidad. Esto significa que su dulzor, esponjosidad y sabor tostado maridan a la perfección con numerosos tipos de vinos.
Nuestra recomendación es combinar el roscón de Reyes con un vino DO Rías Baixas Albariño, así se aprecia el contraste en las notas de sabor. Los bizcochos y la elaboraciones con vainilla y nata encuentran en el Albariño un aliado natural que aporta un punto cítrico y frescura, porque limpian el paladar de un posible exceso de azúcar o dulzor. La suavidad y el retrogusto fino que encierra cada botella de Albariño permite saborear cada boca y cada sorbo, complementando cada matiz sin solaparse.
Otro acompañante perfecto para el roscón de Reyes es el vino espumoso, de los cuales destacamos los Brut Nature como maridaje ideal. La menor concentración de azúcar en este tipo de vino espumoso y los aromas tostados encajan con los sabores torrados del roscón y aligeran la carga de azúcares. Los vinos Rías Baixas Espumosos son ligeros y aportan un factor de frescura si los acompañas con postres o dulces, realzando especialmente el sabor de aquellos elaborados con frutas.
¿Quieres saber cómo elaborar tu propio roscón y darle un toque muy D.O. Rías Baixas? ¡Vamos con ello!
El roscón de Reyes fue definido como una versión comestible de una corona de adviento, adornada con fruta escarchada que representa los colores de los tres Reyes Magos. Su interior es esponjoso y denso, algo que se traduce en que sus dimensiones no deben ser muy grandes. Este dulce es bajo pese a un proceso de fermentación potente.
Para un roscón de Reyes más original y especial, puedes sustituir el ron añejo por un vino blanco y con cuerpo de la D.O. Rías Baixas, pero ¡respeta las medidas!
La Antigua Roma fue el origen del roscón de Reyes, aunque no definido ni denominado como tal. Tras adoptar las deidades griegas, los romanos cambiaron sus nombres y mantuvieron las fiestas. En las semanas que actualmente son diciembre y enero, cuando los días comienzan a ser más largos, la ciudadanía celebraba las fiestas de las Saturnales. Eran el evento más grande, se convocaban en honor a Saturno y al cambio de estación que anunciaba mejores cosechas.
Como parte del festejo, las personas ricas y más poderosas repartían un dulce redondo con frutos secos, que terminó por convertirse en pan circular, entre sus criados como gesto de aprecio por su trabajo. En esta época ya se introducía un haba en el bollo y quien la encontrase era elegido como rey de la fiesta. Su reinado simbólico duraba tan solo 24 horas. A medida que el imperio romano se expandió, también lo hizo esta tradición. Un caso similar ocurrió con el vino, cuya producción llegó a las Rías Baixas gracias a los romanos y su consumo se popularizó por todo el territorio que gobernaban.
Las celebraciones en honor a Baco, el dios romano de la fiesta y el vino, se celebran justo antes de las Saturnales. Las actuales celebraciones navideñas son herencia histórica de los enormes banquetes de aquella época. Debido a esto, había un solape en el calendario por el cual coincidían en el tiempo las copas de vino de las bacanales con el bollo dulce con frutos secos de Saturno. La unión de ambos productos no solo era político y productivo, también cultural.
Los orígenes paganos del roscón de Reyes cayeron en el olvido al convertirse las celebraciones por Baco y Saturno en las semanas dedicadas a Navidad. Desaparecieron también las fiestas que imitaban la tradición del haba en el roscón, como la llamada fiesta de los locos, que nombraba a un ciudadano rey de mofa tras encontrar la sorpresa en el bollo dulce. De esto deriva también otra tradición, el Día de los Inocentes, encuadrado en fechas navideñas.
El día de la Epifanía de los Reyes Magos se recuperó durante el Renacimiento en Francia, trayendo de vuelta el bollo dulce con frutos secos para consumo de la aristocracia y sus sirvientes. A esto se le llamó Le Roi de la Fave, traducido como El Rey del Haba. El consumo de este pan era a su vez un juego infantil. Sin embargo, lo más habitual era acompañar el bollo con un banquete y vino.
El rey francés Luis XV era un gran fan de esta celebración, por ello cambiaron la tradición en su honor para que en el interior del dulce hubiese una moneda de oro, haciendo más rico a quien la encontrase. El haba pasó a ser signo de mala suerte. Tras la revolución francesa, el dulce cayó en desuso al estar vinculado con modales nobles y su consumo era clandestino. Gracias a Felipe V, la tradición arraigó en España y se adaptó integrando una figurita de cerámica. La explosión de su consumo se dio, sin embargo, a finales del siglo XIX gracias a reposterías asequibles.
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