Volver

11 de febrero

Catar un vino Rías Baixas: la vista

Para disfrutar al máximo del vino siempre es interesante tener en cuenta algunos aspectos de esta bebida. Al final y al cabo, aprender a catar un vino, como por ejemplo un Rías Baixas, debe ser una experiencia grata y completa que va más allá del mismo momento en el que se ingiere este fascinante líquido. Las fichas de cata suelen hablar de taninos, untuosidad, paso en boca y un largo etcétera de términos que no deben asustarnos a la hora de aprender a catar vinos ata o para sencillamente para probar un vino nuevo.

La cata, como muchas otras actividades, requiere de práctica y experiencia, por lo que lo más importante es disfrutar de la experiencia, rodearse de un grupo de amigos que nos ayuden a ir descubriendo nuevos matices y no tener miedo a probar cosas nuevas.

También será interesante estar en una habitación sin exceso de olores, con buena luz, y tener una superficie blanca que nos permita ver el vino correctamente. Las tostadas o los picos de pan ayudarán a descansar a los paladares cansados. Una vez puestos en materia, podremos comenzar con la fase visual de la cata, en la que nos fijaremos en el aspecto del vino, lo que nos dará pistas sobre la clase de uva usada, en su tono o en su grado de turbidez.

En los vinos blancos como muchos de los vinos de la D.O Rías Baixas, los colores que encontraremos variarán entre el amarillo pálido o pajizo hasta el dorado o ambar. En esta fase también nos podremos fijar en el “lagrimeo” de la copa, el rastro que el vino deja cuando removemos el líquido en su interior. Este detalle nos informa sobre su fluidez, densidad, grado alcohólico y glicerina, aunque no deberemos decidir o valorar un vino exclusivamente por lo que podamos detectar en esta fase, ya que el vino deberá pasar por los otros sentidos, el olfato y, como no, el gusto, ya que será el conjunto de todos ellos lo que determinará nuestra opinión final sobre el vino en cuestión.