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29 de abril

Plan Estratégico de la DO Rías Baixas: bien preparada para continuar su internacionalización

La Historia nos dice que los grandes hombres destacaron en los momentos más difíciles. Y algo parecido podemos afirmar cuando analizamos a empresas o sectores de actividad: los más capaces se distinguen en momentos de dificultad, como el actual.

El impacto de esta última crisis económica y financiera ha sido demoledor para no pocas empresas y sectores, y el sector vitivinícola gallego no ha sido una excepción. La fuerte caída del consumo y el desplome de la restauración en España ha supuesto una importante merma de clientes para las bodegas, lo cual, unido a las dificultades de financiación como consecuencia de la crisis bancaria, ha llevado al cierre de numerosas bodegas.

Sin embargo, la fuerte apuesta por la calidad y los procesos de internacionalización iniciados hace dos décadas, entre otras razones, han permitido a la Denominación de Origen Rías Baixas superar estos inconvenientes con menos apuros que la media. Han sido, y siguen siendo, momentos difíciles para el sector, pero sin duda está mejor preparado para seguir compitiendo en los mercados internacionales, y eso le permite ver el futuro con esperanza.

Una esperanza basada en los logros alcanzados en su joven existencia. Y es que en apenas 25 años ha multiplicado casi por 20 las hectáreas de viña controladas, hasta superar las 4.000; ha aunado a más de 6.700 viticultores, herederos de los 492 pioneros que fundaron la DO; de las 14 bodegas iniciales ha llegado a aglutinar 200, que la crisis ha dejado en 177; y ha conseguido calificar casi 20 millones de litros de vino, casi 10 veces más que los dos millones calificados en las primeras campañas.

Como en cualquier gran familia, la situación no es igual en todos sus miembros, pero sin duda las cifras nos muestran un conjunto de viticultores y bodegueros que han creído en un proyecto, han luchado codo con codo por él, y que han podido cosechar unos resultados envidiados en otras zonas vitivinícolas de España.

Esta positiva evolución ha tenido repercusión en toda la cadena de valor que rodea a la producción de vino, así como a la economía de las comarcas en las que se asientan bodegueros y viticultores. Una parte importante de los casi 350.000 habitantes de los 34 municipios que conforman el ámbito de la DO Rías Baixas, dependen de una u otra forma del devenir de este sector, por cuanto supone uno de los motores económicos de estas zonas.

El cultivo de la uva, por ejemplo, ocupa casi el 2% del suelo rústico de esos municipios, superando el 6% en el caso de de la comarca del Salnés. Y sólo la comercialización de la uva alcanza casi los 40 millones de euros de facturación, además de generar más del 6% del empleo fijo, destacando de nuevo el impacto en el Salnés, donde más del 12% de sus ocupados encuentran empleo en la viticultura, o la subzona del Condado, con un 5%.

Pero si añadimos a estos datos el trabajo dependiente de la producción final del vino, los resultados son más llamativos. La DO Rías Baixas en conjunto aporta unos 7.600 empleos directos estables, más otros 5.200 eventuales en las fechas de mayor actividad. Y esto sin tener en cuenta la implicación de las familias, imposible de calcular en términos de empleo generado, pero innegable y relevante dado el número de viticultores y bodegas que afirman no tener ningún empleado a lo largo del año.

Así, esta Denominación de Origen aporta más del 7% de los empleos directos de los ayuntamientos en los que se asienta, llegando al 12% en las épocas de vendimia, además de suponer un referente fundamental para la imagen de calidad y buen hacer de nuestra comunidad.

Pero a mayores del innegable soporte económico que supone, la DO Rías Baixas ha ayudado también a fomentar la imagen de marca de esta región, asociando sus campañas a una geografía privilegiada y sirviendo de soporte para la promoción turística de toda la provincia. En este sentido, las actividades de enoturismo desarrolladas por algunas bodegas, o la propia Ruta do Viño Rías Baixas, son ejemplos del esfuerzo que se está realizando desde la DO para potenciar el turismo en la zona.

Pero este no es, ni puede ser, el fin de la historia. La responsabilidad del sector y de todos los que colaboramos con él es evitar que todo este entramado social y económico se pierda, y para eso es necesario seguir trabajando duro: la crisis todavía pondrá en jaque a nuestras empresas durante un tiempo, la competencia está tratando de mejorar sus vinos, los mercados internacionales son cada vez más complejos, y no todas las bodegas de Rías Baixas están pasando por buenos momentos.

Quizá por eso la puesta en marcha de este proceso de análisis que supone el Plan Estratégico de la DO Rías Baixas sea tan conveniente en estos momentos. Tras años de intenso trabajo para la mejora de la calidad de los vinos, para la ampliación de los mercados en los que estamos presentes y el aumento de la capacitación de las personas que han hecho crecer a este sector, es el momento de plantear nuevos retos y de aunar esfuerzos que nos permitan seguir generando riqueza y empleo en estas comarcas rurales.

En este sentido, tres parecen ser los campos donde el sector debe focalizar sus esfuerzos:

  • La internacionalización de los mercados, por cuanto la expansión del vino Rías Baixas es una realidad, que ayuda al crecimiento de todo el sector y permite reducir la exposición a crisis nacionales que pueden echar abajo años de trabajo en toda la cadena de valor.
  • La presencia en todo el territorio nacional, por cuanto la existencia de variedades de vino blanco regionales ha complicado la entrada de Rías Baixas en ciertas zonas del país, donde el vino es conocido y valorado, pero donde los canales de comercialización tienen miedo a apostar por él.
  • El mantenimiento de la calidad del vino, elemento diferencial que ha sido la base del éxito de la DO, y sin cuyo aseguramiento será difícil que nuestras empresas sigan siendo competitivas. Sólo garantizando el uso de uva controlada, el seguimiento de los procesos de producción y luchando contra el fraude en la comercialización del vino, podremos defender la imagen de calidad obtenida en los mercados.

Y, por supuesto, no olvidemos que el éxito o el fracaso del sector dependerá fundamentalmente del trabajo diario. Si seguimos así todos, Administración, viticultores, bodegas y sociedad cumplimos, dentro de 10 años podremos seguir diciendo con orgullo que el mundo es muy grande para tan poco albariño.