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09 de enero

Un concurso sensato, por Bartolomé Sánchez

Una vez más, el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Rías Baixas dio muestras de sensatez cuando puso en marcha el que posiblemente sea el concurso más lógico de todo el calendario nacional.

Se trata de Cata de Añadas de Rías Baixas, ya ante su IV edición, un certamen necesario para demostrar que estos vinos, cuya crianza es de dos o más años (con algunos honorables ejemplos que superan los 15 años) igualan, o superan, todas las expectativas que se le piden a un gran vino. Virtudes implícitas en su excelente cuerpo, frescura y densidad, en sus aromas y complejidad, en definitiva, de vida. Y otra cuestión importante: consiguió desterrar esa idea tan hispana como peregrina que los vinos, para que se conserven poderosos y jóvenes en el tiempo, necesitan obligatoriamente pasar por una barrica. Que los blancos de Rías Baixas en general y el Albariño en particular son en potencia vinos “de guarda” es una realidad, a estas alturas no lo va a descubrir nadie. Conservados en condiciones idóneas durante años, son capaces de adquirir un buqué de complejidad prodigiosa, condición propia de los grandes vinos blancos del mundo.

Sin embargo, en años pasados a punto se estuvo de dar al traste con este prodigio de la naturaleza, llevados algunos -elaboradores y consumidores- por aquel enloquecimiento de comercializar los vinos cada vez más pronto y, asimismo, consumirlos con semejante rapidez, lo que hizo que se llegara a poner en el mercado los vinos en el mismo año natural de su cosecha. Afortunadamente el concepto ha cambiado con estos vinos al menos, incluso hay restaurantes, pocos pero haberlos haylos, que en sus cartas ofrecen varias añadas de una bodega.

Pero una vez que las aguas -perdón, los vinos- han vuelto a su cauce, debemos plantearnos el más allá de la excelencia en estos maravillosos blancos bien criados, con su excelso buqué dibujado en nuestro paladar. Como idea, se puede pensar en una especie de “vinos de pago” de estructura similar a los “grands crus” alsacianos. Los mejores terruños, acompañados de los microclimas más idóneos para enseñar al mundo que en España también hay lugares en los que elaborar grandes blancos. Por supuesto dentro de la Denominación de Origen Rías Baixas.