La sostenibilidad es un concepto, y una preocupación, que cada vez adquiere más importancia. El cambio climático, el agotamiento de los recursos naturales y el calentamiento global han situado la preocupación por la sostenibilidad ambiental en el centro de nuestros intereses. Y la vitivinicultura no sólo no es ajena a este interés creciente, sino que sufre especialmente los efectos del cambio climático ¿Pero qué es la sostenibilidad y cómo la promueven los viticultores y las bodegas de la Denominación de Origen Rías Baixas? Te lo contamos todo.
La Real Academia Española define la sostenibilidad aplicada a la ecología y la economía como una actividad “que se puede mantener durante largo tiempo sin agotar los recursos o causar grave daño al medio ambiente”.
La viticultura es una actividad que por sí misma tiene una enorme contribución en la fijación de dióxido de carbono, la creación de cortafuegos naturales, la protección contra la erosión, el efecto corredor y refugio de fauna y en la preservación de especies vegetales autóctonas, como pueden ser las variedades de uva y otras especies que se plantan en el entorno de los viñedos. No lo decimos nosotros. Así lo recoge el artículo La Cultura del Vino, motor del desarrollo sostenible de las regiones vitivinícolas. Este mismo trabajo reconoce que el valor ambiental del viñedo y lo que aporta al bienestar de la sociedad no es fácil de determinar y valorar.
La viticultura en la Denominación de Origen Rías Baixas se caracteriza por el minifundio extremo, con más de 5.000 viticultores implicados que trabajan más de 21.000 parcelas con una superficie media aproximada a los 1.738 m². Pero además la producción máxima admitida por hectárea es 12.000 kg de uva para la variedad Albariño, 10.000 kg para la variedad Caíño Tinto y 12.500 kg para el resto de las variedades.
El cultivo de la vid tiene un gran tradición histórica en las Rías Baixas y es una actividad que se ha mantenido y transmitido de generación en generación, basada en la viticultura tradicional.
Todo ello ha caracterizado la producción de nuestros vinos a lo largo de nuestra historia y así se refleja en el Pliego de Condiciones del Consejo Regulador Rías Baixas. La viticultura tradicional de las Rías Baixas lleva, por lo tanto, muchos siglos contribuyendo a la preservación de la Biodiversidad porque aquí siempre hemos entendido nuestros viñedos como un ecosistema natural que debe estar en equilibrio. Te resumimos cómo.
Poda y vendimia manual. El pliego de condiciones del consejo regulador establece que las labores de poda y vendimia deben realizarse de forma manual, una práctica más respetuosa con la vid, pero también con el terreno sobre el que se asienta, las zonas de acceso a las parcelas… Y además reduce las emisiones y el gasto energético al no emplear vehículos o maquinaria.
Empleo de materiales de origen vegetal: Tras la poda de invierno, en las Rías Baixas es tradicional que el atado de los sarmientos de la vid se realice con mimbre, un material vegetal, sostenible y biodegradable, frente al alambre que se emplea en otras explotaciones.
Reciclaje y fertilización con residuos. La viticultura y agricultura tradicional siempre han estado basadas en el aprovechamiento de residuos orgánicos y vegetales, como la reutilización de los restos de la poda y los restos de la uva tras la vendimia (el raspón) para la fertilización de las parcelas.
Fertilización racional: Como vemos, la intervención humana en las Rías Baixas está centrada en la viticultura, orientada a paliar la erosión y la degradación de los suelos y a equilibrar sus condiciones de aprovechamiento mediante el uso de una fertilización racional, en muchos casos de base orgánica.
Disposición de la cubierta vegetal. Una tesis doctoral recientemente publicada (septiembre, 2020) en la Universidad de La Rioja vino a corroborar cómo el uso de cubiertas vegetales fomenta la viticultura sostenible, al promover la proliferación de insectos que reducen el riesgo de la aparición de hongos. Ésta ha sido una práctica habitual en las Rías Baixas, con la vegetación espontánea o sembrada como una forma de vigilar las plagas y de atraer lombrices, que oxigenan la tierra, y de abejas y otros insectos, que además polinizan las flores de la vid en el momento adecuado.
Sistema tradicional de conducción en parral. Unido a lo anterior y como característica principal de las Rías Baixas, las viñas emplean el emparrado como sistema tradicional de conducción de la vid. El uso de este sistema favorece el drenaje del agua, y que las hojas y las uvas tengan una adecuada exposición al sol, pero además reduce el riesgo de enfermedades fúngicas y permite combinar este uso de las parcelas con la plantación de huertas de autoconsumo u otras plantas que actúan en perfecta simbiosis con el viñedo.
La Organización Internacional del Vino define la vitivinicultura sostenible como una “estrategia global a escala de los sistemas de producción y procesamiento de las uvas, asociando a la vez la sostenibilidad económica de las estructuras y los territorios, obteniendo productos de calidad, considerando las exigencias de precisión de la vitivinicultura sostenible, los riesgos vinculados al medio ambiente, la seguridad de los productos y la salud de los consumidores, y valorando los aspectos patrimoniales, históricos, culturales, ecológicos y paisajísticos”.
En la DO Rías Baixas, como ves, la viticultura sostenible está en nuestro ADN, pero ganan terreno prácticas que buscan hacer de nuestra actividad, una práctica todavía más respetuosa con el medio ambiente. Cada vez más bodegas exploran la creación de vinos Rías Baixas ecológicos o producto de la viticultura biodinámica o la producción integrada. Una de las apenas 30 bodegas con certificado Wineries for Climate Protection que hay en España pertenece a la DO Rías Baixas y cada vez son más las que obtienen sellos y adoptan sistemas de cultivo y elaboración que avalan su compromiso con el medio ambiente.
Hay muchas bodegas que sólo emplean fertilizantes orgánicos o exploran prácticas como la vermicultura, pero el mayor reto para las producciones ecológicas o integradas y una de las mayores preocupaciones de los viticultores en las Rías Baixas son las llamadas enfermedades criptogámicas en el viñedo; el Mildiu (Plasmopara vitícola) y la botritis (Botrytis cinerea). Galicia, con sus lluvias y temperaturas suaves es el lugar ideal para la proliferación de los hongos y por eso, en nuestra DO hay bodegas y grupos bodegueros que investigan desde hace años sobre prácticas y sistemas que permitan proteger las viñas de ellos y reducir el uso de fitosanitarios y del cobre a la mínima expresión.
Como han defendido en numerosas ocasiones las organizaciones representativas del mundo del vino en España, el vitivinícola es uno de los sectores económicos que menos contribuye al cambio climático aunque, irónicamente, resulta más perjudicado por él, especialmente en países vulnerables como España. Las Rías Baixas y Galicia siempre se han visto beneficiadas por la presencia de la lluvia y de una alta exposición al sol en verano, sin el gasto adicional de agua, fundamental en otros viñedos de secano.
Sin embargo, las lluvias se han reducido considerablemente en los últimos años, lo que ha obligado a algunos viticultores y bodegas a instalar sistemas de riego que aseguren el éxito de la cosecha, y la tendencia a la baja en el régimen de lluvias apunta a que en el futuro serán más necesarios. Y es que al calentamiento global se une que los viñedos de las Rías Baixas se caracterizan por tener suelos pobres en materia orgánica que retienen poca agua y son propensos a la desecación. Esto podría derivar en un mayor gasto de un bien escaso, como es el agua y una mayor inversión en sistemas que permitan optimizar su consumo, de ahí que la otra gran preocupación de nuestra DO Rías Baixas y de las grandes bodegas, con capacidad para investigar, sea la adecuada gestión del agua.